rehabitar el palacio de lorenzana.
Restauración de dos bóvedas del Palacio del Cardenal Lorenzana.
toledo. spain.

Vista desde el acceso de conserjería de los dos espacios del Palacio. © Manu Barba
Este edificio del centro histórico de Toledo es una de las obras más significativas de Ignacio Haan, arquitecto contemporáneo a Juan de Villanueva y exponente del neoclasicismo. Sin embargo nos encontramos con un edificio, en el que el mismo uso que lo había mantenido vivo a lo largo de doscientos años también había hecho mella en él.
El espacio original de estas bóvedas de cuatro metros y medio de altura y seis metros y medio de lado se encontraba dividido mediante acabados de baja calidad. Esto se realizó en busca de ámbitos de mayor privacidad, pervirtiendo por completo la percepción del lugar y generando volumetrías extrañas y con grandes problemas, especialmente de iluminación. La operación en el «palacio de Lorenzana», como en toda cirugía, pasaba primero por recabar información sobre los orígenes y la materialidad del sitio. Descubrimos una solera de cal y canto de río y unos enlucidos de cal cubriendo la bóveda, que serían referentes para las operaciones a realizar.
La obra en este edificio se limita a pulsar puntualmente el espacio con elementos concretos: instalaciones, mobiliario y acabados. Esto permite que el usuario sea quien llene la vida del lugar.
Para el pavimento se pensó en dotar a este espacio de una solución de La Mancha más popular, una solera «ruleteada». Con un rodillo de bronce, llevando la sabiduría de los oficios y la traza de la mano humana a este enclave palatino, se surca la solera rompiendo únicamente el ritmo con canaletas para instalaciones.
Las tres puertas y las tres ventanas en un estado de avanzado deterioro tuvieron que reconstruirse. El levantamiento de las carpinterías de todo el edificio acabó en la construcción de tres puertas: una grande, una pequeña y una invisible. Las dos primeras siguiendo las proporciones del resto se ejecutan por tramos de peinazos incluyéndole a este sistema la posibilidad de pivotar y una materialidad familiar al tacto, al realizar un pomo de esparto.
Conseguir la división de ámbitos sin pervertir la volumetría del espacio era el punto más sensible del proyecto. Para ello se decide trabajar con veladuras mediante unas cortinas realizadas en esparto y cobre, que nacen de una guía que con un color negro rotundo y de trazo firme atraviesa y da escala al ámbito de trabajo del espacio.
Este objeto de talabartería da al espacio unas cualidades más allá de lo visual, donde el olor de las fibras vegetales y el tintineo de las pesas son parte íntegra de la vida en el lugar. Esta, sumada a un mobiliario rotundo y con diferentes posibilidades de enjarje genera un espacio que admite las múltiples interpretaciones de sus futuros ocupantes.
Este proyecto fue para la oficina en aquel momento el punto de establecimiento de unas bases de actuación sobre el patrimonio, con respeto pero sin miedo al uso, donde la artesanía y los oficios son guía. Una arquitectura que desde la las proporciones del neoclasicismo se vuelve amable al usuario mediante las instalaciones y el mobiliario a cambio de seguir manteniendo vivo el lugar tal y como se ha venido haciendo durante doscientos años, mediante el uso.





Localización: Calle Cardenal Lorenzana 1, Toledo
Año: 2017
Equipo: OFICINA DE INFRAESTRUCTURAS DE LA UNIVERSIDAD DE CASTILLA LA MANCHA Javier Bernalte Patón (arquitecto), Edurne Altuna (arquitecto), Manu Barba (arquitecto), Jose Vinuesa (maestro de obras)