El filete presenta la irresponsabilidad del consumo contemporáneo, donde el usuario consume el producto y lo disfruta pero no asume el proceso y la responsabilidad de su obtención. Y sin embargo históricamente no ha sido así, ya que en lo doméstico de las cocinas, las mujeres cortaban, despedazaban, desplumaban y partían. Ellas vivían lo desagradable del momento de tener que sacrificar un animal y la pesadez de tener que cocinarlo para el posterior fin de consumirlo. De alguna forma se producía un proceso duro, pero completo, responsable y de ojos abiertos ante lo que es la realidad. Un proceso que a lo largo del siglo XX no solo se ha perdido sino que se ha extendido a otros objetos de consumo. Y es que en la actualidad no importa como se produce un objeto, ni quien se beneficia, ni quien es esclavizado por nuestro consumo. Lo importante es que no seamos conscientes.
El filete es eso que se suele decir: ojos que no ven, corazón que no siente.